¿Conoces la diferencia entre crianza y reserva?

Esta clasificación varía en función del tiempo que se deje envejecer el vino, en barrica o botella, antes de ponerse a la venta.

La dificultad a la hora de unificar los criterios que determinan la diferencia entre crianza y reserva ha sido siempre un problema general dentro de las bodegas. De hecho, sería injusto y poco útil encasillarlos sin más criterio que el de su tiempo de envejecimiento y sin tener en cuenta otros factores como el tipo de vino, la añada o la procedencia. Esto es porque no existe un factor único a nivel mundial con el que poder clasificarlos.

Lo que sí existe, únicamente en España, es una forma de denominarlos en función del tiempo que estén en barrica o botella aunque los tiempos pueden variar ligeramente de una Denominación de Origen a otra. Es una forma de medirlo que sólo se utiliza en España por lo que si viajas a Italia o Francia, por ejemplo, cuando veas en la etiqueta la palabra ‘reserva’ tienes que tener claro
que no tiene nada que ver con nuestros reservas.

La diferencia entre reserva y crianza, así como con el resto de calificaciones, es que la permanencia del vino en barrica aporta una textura diferente al vino y condiciona su sabor, adquiriendo los matices propios de la madera de la barrica y potenciando sus características principales. Lo que ocurre es que, en función del tiempo que el vino permanezca en contacto con la barrica, sus connotaciones se percibirán en menor o mayor medida.

Es por eso por lo que el principal factor que diferencia entre crianza y reserva es el tiempo que los vinos permanecen en barrica. Este condicionante, que determina el tiempo de envejecimiento del vino en función de la maduración en bodega, es el que marca habitualmente la clase a la que pertenece cada uno. Pero esta calificación no es universal y se utiliza prácticamente sólo en España,
aunque sea de manera orientativa.

Diferencia entre reserva y crianza y resto de clasificaciones

En el mercado podemos encontrar una amplia variedad de vinos con diferentes tipos de envejecimiento, tanto tintos como blancos o rosados. Además de que cada Denominación de Origen tiene sus tiempos, existen etiquetas que han pasado por barrica con periodos diferentes.

O los que se han ido adaptando a las necesidades de cada tipo de uva o a las creaciones especiales del enólogo y nunca se podrán terminar por denominarse con estos nombres. Esto es así porque las diferencias entre reserva y crianza y sus catalogaciones están muy marcadas y no acogen a todos esos vinos que no cumplen con sus normas. Sin embargo, las normas generales de las principales Denominaciones de Origen establecen unas pautas orientativas a la hora de clasificarlos. Son las siguientes.

Vinos jóvenes

También llamados vinos del año. Son los que se pueden consumir sin la necesidad de dejar un tiempo de maduración o que han sido envejecidos por un tiempo inferior fijado para la categoría de crianza.

Vinos Crianza

La catalogación de los vinos crianza dependen de, además del tiempo que tengan, del tipo de vino que sea: tinto, blanco o rosado. En el caso de los tintos, las normas tradicionales de envejecimientos de los vinos de La Rioja establecen que los vinos de categoría crianza tienen que tener un envejecimiento de mínimo 24 meses, de los cuales los 12 primeros son al menos en barrica de roble. Un claro ejemplo de ello es nuestro clásico Ramón Bilbao Crianza.

En cambio, si hablamos de vinos blancos y rosados, su tiempo de maduración mínimo para alcanzar la categoría de crianza ha de ser de seis meses.

Vinos Reserva

Los vinos reserva son aquellos para cuya elaboración se utiliza el producto proveniente de las mejores añadas. Los tintos deben pasar al menos 36 meses envejeciendo, de los cuales al menos un año deben pasarlo en barrica, como el vino Ramón Bilbao Reserva Original. En cambio, el tiempo total de envejecimiento de los blancos y los rosados debe ser igual o mayor a los dos años, con un mínimo de seis meses en barrica.

Ahora que ya conoces la diferencia entre un vino crianza y reserva, vamos a recordar cuando un vino pasaría a catalogarse como Gran Reserva.

Gran Reserva

Esta categoría, en la que se habla de palabras mayores y a cuya elaboración se destinan las mejores cosechas, queda destinada a vinos con un tiempo mucho mayor de maduración. De hecho, para que los vinos tintos lleguen a gran reserva deben cumplir un mínimo de dos años en barrica y tres en botella. En cuanto a los blancos y rosados, su tiempo total de envejecimiento no debe ser inferior a cuatro años, de los cuales seis debe pasarlos al menos en barrica.